PINTURA

El universo Tiburcio es un puzle multitendencias donde todos los registros estilísticos posibles acaban desembocando en una impronta muy personal: lo decorativo que inunda de luz, color y energía los espacios interiores; lo atrevido y expresivo que da carácter a cualquier rincón; o, en general, las obras hechas por encargo personalizadas como retratos, paisajes o temas particulares que emiten en nuestros espacios una onda llena de vida y color exclusiva. 

Opiniones sobre mí y mi obra.

Vicente Tiburcio cuando toma los pinceles y soportes grandes (lienzo, cartulinas o tabla) en una obra más personal y sin necesariamente los dictados propios del encargo, despliega todos los encantos que ha ido cultivando a lo largo de su ya dilatada andadura en otros campos: la ilustración, el diseño gráfico o el mismo

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cómic.

Allí es donde las fronteras y las etiquetas se diluyen en un mundo creativo en el que unas veces podemos advertir una prolongación de cualquiera de esos medios, trasladando elementos propios de ellos al soporte más propiamente pictórico, pero otras, y no son pocas, el dibujante de mesa queda desplazado por la energía del pintor que pinta por amor a hacerlo, sin más pretensiones que el disfrute de la creación y allí sí, allí podemos toparnos con un pintor un tanto insólito lleno de recursos, valentías y atrevimientos, que insinúan aires que van desde un impresionismo fresco y rupturista, hasta el más rabioso de los expresionismos contemporáneos, pasando por brisas cubistas, fauvistas y cezannianas, pero siempre con desparpajo y desaliño de un azar que deja que se cuele en más de una pincelada para romper los dictados del control que otras disciplinas le imponen necesariamente, rozando el informalismo y la pintura abstracta que tanto respeto le merece.

Vicente está aprendiendo constantemente, comenzando incesantemente, dejándose empapar sin paraguas, por eso en sus cuadros parecen asomar de una forma u otra aires de Monet, Renoir, Cezanne, Matisse, Picasso, De Kooning, Kokoschka, Van Gogh, Gauguin, Basquiat, Warhol, Baselitz… pero también artistas actuales de otros medios como el mismo Mariscal, al que rinde muchas veces tributo, o Gary Panther, entre otros. Pero si algo caracteriza a Tiburcio es esa capacidad de ser identificado incluso bajo los “disfraces estilísticos” más cuidados. Siempre es él en cada una de sus muy diversificadas creaciones.

Cuando Vicente Tiburcio trabaja sobre papel o cartulinas su frescura, espontaneidad e inmediatez es rabiosa, rompiendo todas las fronteras entre la pintura de caballete, la ilustración de mesa, el boceto o la obra acabada. Puede oscilar entre la suavidad y la ternura de un susurro, hasta la explosión expresiva y expresionista de un grito ancestral y profundo. Debajo muchas veces de esa capa lúdica se esconde la inquietud existencial donde conviven el vitalismo con el cuestionamiento y el absurdo a la vez, lo cómico y lo dramático, la energía detonante con la melancolía.

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